Practicar yoga podría darles la clave para enfrentar una vida acelerada sin tener repercusiones en su salud y en su desarrollo.
Practicar yoga tiene varios beneficios y cuando lo practican los niños aún más. Es una manera de prevenir enfermedades desde pequeños porque mejora la condición de los pulmones, fortalece los músculos de brazos y piernas, mantiene la densidad ósea.
Además les ayuda a mejorar la concentración, a reconocer y expresar sus sentimientos o estados de ánimo, incrementa su actividad física y les enseña a aplicar técnicas de relajación para controlar el estrés (sí, también los niños la padecen). Cuando se trata de niños, las posiciones se practican poco a poco, por lo general se comienza con mucha motivación para no perder la atención y se les enseña primero a respirar, a relajarse y concentrarse; más tarde, se imparten las posturas, siempre en un ambiente lúdico.
Ana Paula Domínguez, fundadora y directora del Instituto Mexicano de Yoga, recomienda dos posturas para iniciar a los niños: la postura del árbol y la cobra. Esta última (la cobra) abre la parte superior del tórax, y ayuda a liberar la tensión de los músculos de la espalda y la cadera. Se hace así:
- Acuéstate sobre tu abdomen y relájate un momento en esta postura.
- Junta los dedos gordos de los pies con los arcos viendo hacia arriba y estira las piernas. Pon la frente en el piso.
- Apoya tus manos en el piso, bajo los hombros. Abre bien los dedos de tus manos. Inhala profundamente, y eleva el pecho hacia el cielo.
- Exhala y sesea como una serpiente (sss). Mantén la espalda a una altura en la que estés a gusto. Respira cinco veces más. Inhalas por la nariz y exhalas imitando el sonido de una cobra.
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