Formando niños resilientes
Te decimos cómo fomentar la capacidad de tu pequeño a adaptarse, de manera exitosa, a las situaciones y por qué es importante hacerlo durante la contingencia.
Este día del niño, al igual que el año pasado, viviremos un mes muy diferente, debido a las restricciones sociales que nos mantienen en casa, y en esta ocasión, te damos algunos tips de cómo formar niños resilientes que les ayudará a adaptarse a cualquier cambio.
Consecuencias psicológicas importantes
A más de un año de estar con esta contingencia, algunos niños han sufrido consecuencias psicológicas que pueden tener efectos a largo plazo. Por ejemplo, la falta de límites claros entre educación, vivienda y juego pueden causar que los niños desarrollen problemas de concentración, ante las diferenciaciones claras entre las distintas facetas de su vida.
La falta de ver a sus amigos puede resultar en un sentimiento de soledad, pues las video llamadas ni siquiera se acercan a todas las experiencias sensoriales y sociales que desarrollan al interactuar con otros niños. Además, también pueden desarrollar ansiedades muy interiorizadas, al percibir que ellos, sus amigos, sus papás y en general el mundo está viviendo momentos difíciles.
¿Señales de alarma?
Hay que prestar atención a ciertas señales que pueden indicar que un niño pasa por algún malestar a nivel psicológico para poder ayudarlo a lidiar con esos sentimientos tan complejos.
Algunas manifestaciones pueden ser las siguientes:
- Regreso a conductas de cuando eran más pequeños, como mojar la cama, o querer dormir con sus papás, miedo a la oscuridad, hablar con lenguaje más infantil, etc.
- Alto nivel de irritabilidad, desobediencia y falta de paciencia.
- Sus ansiedades se pueden transformar en dolencias físicas como dolores de cabeza o de estómago.
- Alto apetito por “comida de confort”, como dulces, comida chatarra, o el platillo favorito que les preparen en casa.
- Obsesión por la limpieza por miedo al contagio.
- Adicción a la tecnología o videojuegos como reemplazo a la convivencia social.

¿Cómo lidiar con estos síntomas?
Primero hay que preocuparnos por nuestro propio bienestar físico y emocional, mantenernos saludables de cuerpo y alma para poder estar lo más “enteros” posible para apoyar a los niños que necesiten ayuda. Entre mejor estemos nosotros como adultos, tendremos más herramientas para ayudarlos a aterrizar cuando estén viviendo esos momentos difíciles.
Lo siguiente es invitarlos a verbalizar cómo se sienten y posteriormente reconocer y validar sus sentimientos. Es normal que sientan miedo, tristeza, ansiedad, o cualquier otra emoción aparentemente negativa. Ignorar o reprimir esos sentimientos sólo hará que crezcan dentro de la mente del niño como si fuera una bola de nieve rodando por una colina nevada.
Una vez normalizados estos sentimientos hay que esforzarnos en hacer que el niño vuelva a aterrizar en la realidad actual en la que se encuentra, darle confort y consuelo, y asegurarles que siempre estaremos apoyándolos, y que la situación que vivimos es pasajera y en un futuro podremos adaptarnos y volveremos a la normalidad.
Si el niño ya está en una edad arriba de los 7 u 8 años, que ya se puede razonar un poco más con él, es importante que en algún momento de tranquilidad le ayudemos a darle “estructura” a su vida, de manera muy visual y sencilla de entender para él. Un pizarrón grande o una agenda en algún lugar visible de la casa lo puede ayudar a ver “qué sigue” del día y bajarle al volumen a ese constante sentimiento de incertidumbre que lo invade. Y si cumple su agenda al pie de la letra, hay que reforzar positivamente y premiarlo con actividades que le brinden confort.
Pero lo más importante que podemos hacer es desarrollar el sentido de resiliencia, ya que es una herramienta de inteligencia emocional que ayuda tanto a la prevención como al manejo de momentos de crisis psicológica.

Resiliencia, la palabra más icónica de la contingencia
En la psicología, la resiliencia se define como: “La capacidad que tiene una persona para superar experiencias traumáticas; como la muerte de un ser querido, un accidente, etc.”.

De acuerdo al sitio Google Trends, el cual determina la cantidad de búsquedas que se hicieron en Google sobre algún tema en un determinado espacio de tiempo, la palabra resiliencia tuvo un aumento significativo en búsquedas a partir de la tercera semana de marzo del 2020.
La primera semana de marzo, reflejaba un 25% de popularidad de búsqueda, escalando a 47% en la tercera semana del mismo mes y alcanzando picos considerables de 62% en la segunda semana de mayo y 100% en la última semana de julio.
Adicional, el término más buscado en “búsqueda cruzada” con ese término es “resiliencia infantil”, lo que refleja un considerable aumento en el interés de desarrollar esta capacidad en los niños.
Ante tanta información y recursos disponibles online, ¿cuál es la mejor aproximación que se puede hacer para desarrollarla? Aquí te compartimos una metodología aprobada por la Academia Americana de Pediatría.
Las 7 C’s de la resiliencia en los niños
Esta metodología fue creada por el pediatra norteamericano Kenneth Ginsburg, quien lleva trabajando desde el 2006 en libros, materiales didácticos y metodologías para ayudarles a los padres a desarrollar resiliencia en sus hijos. Es fácil de recordar y de seguir, ya que su enfoque es trabajar en 7 conceptos individuales muy distinguibles, y la suma de ellos resultará en un niño muy resiliente.
- Competencia: Hacerle saber a los niños cuáles son sus capacidades y fortalezas.
- Confianza: Hacer que el crea niño en sus propias capacidades derivadas de su competencia.
- Conexión: Que el niño entienda su lugar dentro de la familia y de su comunidad, para tener un sentido de pertenencia y sentirse siempre protegido.
- Carácter: Es el conjunto de valores y brújula moral con la que se rige el niño, su capacidad de distinguir entre “lo bueno y lo malo”, además de su capacidad empática con otros seres humanos.
- Contribución: Hacer reflexionar al niño sobre su lugar en el mundo, y cómo sus acciones positivas contribuyen a un bienestar global.
- Confrontación: El niño tiene que aprender a afrontar los momentos difíciles y experimentar el dolor, frustración y tristeza que puedan derivarse, hacerles saber que todos los problemas son temporales y cómo hacerse responsables para solucionar cada uno de ellos.
- Control: Una vez trabajados los conceptos anteriores, el niño tendrá herramientas para identificar qué siente y poder modular sus emociones. La gran lección con la que culmina este proceso es que al niño le quede clara una idea muy simple, pero a la vez muy profunda… “No puedes controlar lo que pasa, pero sí puedes controlar cómo reaccionas a ello”.
En general, lo que mejor funciona es el reforzamiento positivo y predicar con el ejemplo, también es importante que los niños identifiquen que siempre tendrán a un adulto en su vida que los apoya y ama incondicionalmente, eso les dará la tranquilidad para aprender este proceso de forma gradual y con la menor ansiedad posible.

Las sonrisas siempre van a solucionarlo
Hay que tomar en cuenta que toda lección y moraleja se debe ir dosificando y reforzando mediante actividades divertidas que podamos compartir en familia, y ahora más que nunca es imperativo darle su lugar al esparcimiento, risa y diversión.
Te recomendamos buscar actividades que puedan compartir en familia con las que puedan platicar y reflexionar, como los juegos de mesa, o ver alguna película y platicar sus moralejas al final, tomar una clase virtual de yoga para niños, cocinar un platillo sencillo entre todos, en fin, hay muchas actividades que pueden realizar juntos y que, seguramente, encontrarás la que mejor funcione con ustedes.