Cuando surgió la tendencia del clean eating o dieta limpia todo sonaba muy bien. ¿Por qué los expertos terminaron por desaconsejarla y cómo deberíamos comer en realidad?
El principio del clean eating era sencillo: come menos alimentos procesados y elige siempre la opción más natural, preparada por ti mismo con alimentos sin conservadores, saborizantes artificiales ni azúcares refinados. Su nombre sólo hacía referencia a eliminar de la dieta los añadidos artificiales, es decir, lo más “limpio” y saludable posible; sin embargo, con el paso del tiempo, comenzó a parecer que la nutrición tuviera dos caras: una forma limpia o pura de comer y otra (el resto de las dietas) sucia o impura, lo que convertía a quienes llevan una alimentación que no encaja con el clean eating (balanceada o no) en personas flojas que no se preocupan por su salud ni por la calidad de lo que comen, lo cual cae en una especie de bullying.
A partir de ahí, todo se fue cuesta abajo, pues se modificaron las reglas, la dieta se volvió más estricta con el tipo de productos que se consideraban “limpios” y aparecieron variantes que excluyen los alimentos con gluten, los granos, los lácteos y hasta las proteínas de origen animal; algo que no se recomienda hacer a menos que seas valorado y asesorado por un especialista en nutrición. Por eso siempre es mejor optar por llevar una dieta saludable que no te haga morir de hambre ni exagerar con eso de “comer sano”, de hecho existe un trastorno llamado ortorexia que consiste en sólo comer alimentos considerados saludables, el cual lleva a la desnutrición e incluso a la muerte. Quienes lo padecen limitan el consumo de ciertos alimentos, como carnes rojas, huevos, azúcares, lácteos y grasas. Cuidado con caer en esto, porque se trata de un trastorno difícil de diagnosticar, pues se esconde detrás de “comer bien”.
5 Consejos para mejorar tu dieta sin caer en extremos
Con el sinfín de dietas y tendencias nutricionales que existen, corremos el riesgo de caer en algún extremo o seguir recomendaciones sin fundamento científico que las respalde. Estos cinco tips pueden ayudarte a comer mejor sin exagerar:
1. ETIQUETAS
En México se implementó un etiquetado frontal de los productos para que la gente sepa a golpe de vista lo que estaba consumiendo, así como el aporte nutricional. Al revisarlo, puedes comparar entre productos de distintas marcas, pero de la misma categoría, y conocer cuál es más saludable.
2. RECONOCE LOS INGREDIENTES
que debería tener un producto, los que te aportan nutrientes y los que no. Investiga sobre el contenido de tus alimentos favoritos; al revisar las etiquetas es posible saber si tiene conservadores artificiales o una cantidad indebida de sodio o azúcar.
3. ELIGE SIEMPRE LO MÁS NATURAL Y FRESCO
Hay quienes consideran que un producto natural es aquél que no necesita etiquetado, pues no tiene ingredientes que enlistar. Sin embargo, eso no es verdad, porque hay productos 100% naturales que requieren una etiqueta para indicar si es orgánico, hidropónico o de libre pastoreo.
4. SAZONA TU COMIDA
con especias y hierbas de olor, como albahaca, menta, orégano, perejil, romero, canela o clavo, entre muchas otras opciones. Redescubrirás los sabores y disminuirás el contenido de sodio y conservadores en la comida.
5. NO CAIGAS EN LAS TRAMPAS
Hay marcas que promocionan beneficios falsos en sus productos, por eso es necesaria la educación alimentaria. Un ejemplo sería que publicitaran a los huevos como libres de gluten. Esta sustancia se encuentra sólo en la harina de cereales como el trigo, la cebada, el centeno y la avena, así que los huevos nunca tendrían gluten.
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