Un juego con mucha historia, que divertirá a toda tu familia. Llena ese espacio vacío de tu hogar con algo que estimule el conocimiento, la diversión y la convivencia familiar.
Los billares no tenían buena reputación en los inicios del siglo XX, pues se hacían muchas apuestas que en ocasiones terminaban en disputas, pero no siempre fue así: en la Francia del famoso cardenal Richelieu (1636), los mejores programas educativos incluían matemáticas, historia, instrucción militar y billar. Incluso para formar parte de los mosqueteros era indispensable ser un gran billarista.
Actualmente los billares ya son familiares, pero no hay nada mejor que tener una mesa en tu casa para incentivar la convivencia y, aunque parezca mentira, el razonamiento matemático. Además, cuando no se usa, funciona como una pieza decorativa en tu hogar, que en combinación con los demás accesorios puede darle a la habitación un toque de sofisticación o de confort. Una vez que tengas la mesa de billar es posible ir pensando en complementar el espacio con un futbolito, una mesa de ping-pong, un servibar y hasta una cantina.
¿Pero qué tiene que ver el billar con la ciencia?
“Si quieres aprender matemáticas deberías jugar billar. Este juego no es de vagos. ¡Quién diría que, al contrario, es ideal para comprender de manera sencilla conceptos fundamentales de matemáticas y física!”. Asegura Carlos Bosch, investigador del Instituto de Matemáticas de la UNAM y autor de varios libros acerca de las matemáticas y el billar.
Y es que la ciencia y la diversión nunca han estado peleadas; nuestros antepasados lo entendían bien, ya que desde el siglo XIX los estudiosos empezaron a teorizar este juego. Se percataron de las relaciones científicas, específicamente la geometría, la física y hasta la química: la primera es indispensable para planear la trayectoria de la bola una vez que choca con las bandas; la segunda porque es necesario controlar la dirección de las bolas todavía después del choque y la tercera se ha implementado en la mejora de las mesas y de los tacos; gracias a ésta última, hoy en día las mesas tienen bandas de goma, y las bolas ya no son de marfil.
¡Ahora que lo sabes, corre por tu mesa a tu City Club!