Maridaje: vino y mariscos

La gastronomía y el vino son la pareja perfecta, pero hay algunas reglas básicas que debes conocer antes de acompañar tus platillos del mar con un buen vino..

El punto de combinar la comida y el vino es enriquecer la experiencia gastronómica: destacar sabores y aromas, crear una armonía entre esos dos elementos o incluso contrastar las cualidades de cada platillo y de cada bebida.

Actualmente, la cocina fusión y de autor han dado paso a una libertad de experimentación en cuanto al maridaje con vino; sin embargo, hay algunas reglas básicas para no complicarnos al elegir, entre las múltiples opciones de esta bebida, la que hará pareja perfecta con nuestro alimento.

Para los pescados se suelen recomendar tres tipos de vino: los blancos secos, los blancos afrutados y los espumosos. Por otro lado, los mariscos generalmente se acompañan con blancos afrutados y tintos ligeros.

Después de esta primera clasificación, vienen otras más. Por ejemplo, qué tipo de pescado o marisco es el que consumiremos. Los expertos coinciden en que los pescados magros como la merluza, el lenguado o el bacalao pueden acompañarse de un vino sutil como un chardonnay o sauvignon; mientras que para los pescados grasos como la sardina, el atún o el salmón el maridaje podría ser con un pinot noir.

Por otro lado, con los mariscos hay que tener un poco más de cuidado y quizás ir experimentando hasta encontrar la pareja que más nos agrade. El problema con los mariscos es que algunos contienen altas cantidades de yodo, elemento que produce un sabor metálico y desagradable al entrar en contacto con los taninos de los vinos tintos. Lo ideal es acompañarlos con un vino blanco que cuente con buena acidez para neutralizar el sabor que provocaría el yodo, prueba con un sauvignon blanc o chardonnay.

¡Experimenta con estos tips y convierte cada platillo en toda una experiencia gastronómica!